martes, 24 de agosto de 2010

547 amigos





Por petición popular, los siete capítulos del relato de verano protagonizado por Vila, Chamorro y Arnau, que publicó el suplemento V de los diarios de Vocento. Y que lleva el título de este post.










Abrazos y disfrutad (espero).

P.S.: Las ilustraciones son del artista Javier Muñoz. Gracias, Javier.




miércoles, 18 de agosto de 2010

El banco de Kafka





El banco está en el barrio de Steglitz, antiguo suburbio de Berlín, hoy engullido por la desbordante capital alemana (y de Europa, seamos realistas). A apenas treinta metros de la Grunewaldstrasse, donde tuvo su residencia Franz Kafka desde fines de 1923 hasta febrero de 1924, es decir, hasta cuatro meses antes de morir. Allí vivió con su amada Dora Dymant, los dos pobres como ratas, pero felices, en un Berlín devastado por la hiperinflación donde los alojó un tal Seifert, judío checo como ellos. Su situación económica era tan extrema que Dora le cocinaba en una lata de conservas sobre un infiernillo. Según cuenta su editor, Kurt Wolff, de su primer libro le liquidó 125 ejemplares, que Kafka consideró muchos más de los previsibles. En total, incluyendo las ventas de su best-seller, la novela corta Die Verwandlung (que casi todos conocemos por La metamorfosis en español, y que tuvo tres ediciones de apenas 1.000 ejemplares cada una), Kafka no vendió en vida arriba de 5.000 libros. De donde se sigue que lo que vendemos todos los demás, mucho o poco, es absolutamente inmerecido y debemos dar gracias cada día.

La casa está en el número 13 de Grunewaldstrasse (un número de la suerte, para él, porque allí vivió con la mujer que, al fin, supo amarlo). Así se ve hoy:




Una placa sufragada por el gobierno de Austria recuerda el inmueble como residencia temporal del "österreichische Dichter" Franz Kafka. O lo que es lo mismo, del "poeta austriaco" FK.




Quizá no sea del todo inexacta, aunque protesten los lectores de sus novelas y sus vecinos praguenses. Porque nacido en lo que hoy es la República Checa, Kafka fue un genuino producto de la cultura del Imperio Austrohúngaro. Y porque en Kafka hay mucha poesía. Incluso escribió alguna:

Es gibt, ein Kommen und ein Gehen,
ein Scheiden und oft, kein Wiedersehen.

O traduciendo libremente:

Vamos y venimos,
nos separamos y, a menudo,
no volvemos a vernos.

El banco está en un parque de sugerente nombre: Schwartzsche Villa.



No estoy seguro de que estuviera abierto al público en 1923-24 (tiene toda la pinta de ser el antiguo jardín de un ricachón) pero me gusta imaginar que Kafka se sentó alguna vez allí. Y me hizo ilusión fotografiar su fantasma, mucho más intenso y poderoso que muchas personas vivas y de carne y hueso, porque ese es el privilegio de los poetas universales.

En fin, quienes me conocen saben que no podía dejar de ir, estando en Berlín. Aunque viajara allí para descansar y también para buscar los lugares de otra historia, en la que me embarcaré a la vuelta de estas vacaciones, que la ociosidad es la madre de todos los vicios.

Abrazos.

P.S.: Ah, se me olvidaba. Chamorro, Vila y Arnau dejaron hecha una tareílla veraniega antes de irse. Podéis leer el comienzo aquí. En el mismo periódico encontraréis las entregas sucesivas, tres hasta hoy y otras tres hasta el sábado, cuando se desvelará todo.