jueves, 31 de marzo de 2016

La sustancia interior: veinte años no es nada



Acaba de llegar el libro. Y la impresión no puede ser mejor:





Escribí esta nota para explicar el porqué de la reedición:

Nota a la edición de 2016
Al cabo de veinte (o veinticinco) años

Llevo veinticinco años escribiendo y reescribiendo este libro. Hace veinte que se publicó por primera vez, pero la idea de la que surgió la tuve una mañana de invierno de 1991, cuando en mi primera visita a Barcelona quedé deslumbrado por aquella iglesia de la Sagrada Familia que tenía el cielo por techo y aún no se había convertido en el hervidero de turistas que es hoy. Entonces, cuando tan sólo era una obra destartalada, apenas la visitaba nadie y uno subía a las torres por su cuenta y riesgo. Fue allí donde tuve la intuición de una historia que hablara del arte y del hombre, de la misión individual de cada uno y de lo que la vida de los individuos en sociedad, con sus inevitables añadidos (la ambición, el poder, el engaño), hace a la postre con esa vocación que cada uno, la siga o no, lleva dentro. 

Lectores con poca afición o querencia por lo alegórico, que es el principal recurso de este relato, me han pedido más de una vez que explique lo que significa y propone. Lo que precede creo que es todo cuanto debo decir al respecto, y no me parece que extenderme más me granjee mayor indulgencia por su parte. Al cabo de veinte años, he aprendido a aceptar que hay lectores que no entrarán en el juego, al que por lo demás he jugado muy pocas veces; de hecho, este libro es excepcional, por la amplitud y la intemporalidad de su asunto y porque también contiene un homenaje, el único que creo haberle hecho en mis novelas, a quien para mí es el mayor escritor del siglo XX, y probablemente uno de los siete mayores de todos los tiempos: Franz Kafka. Con una ingenuidad que acaso puede disculpar lo joven que era yo por entonces, quise hacer una novela kafkiana que terminara, como él no pudo (ni quizá debía) concluir ninguna de las suyas. 

Me costó cuatro años darle una forma que me autorizara su publicación. La reescribí dos veces, siempre quitando del magma excesivo de su redacción inicial. Esa primera edición de 1996 la entrego ahora después de otras dos revisiones profundas, la de la edición de 1999 (en la que, justo es que aquí lo recuerde, me fueron de gran utilidad las observaciones de Ricardo Senabre, el gran crítico español recientemente desaparecido) y la que he vuelto a hacer en 2015, más intensa aún que la anterior. 

Creo que no hay una página que no haya retocado, no para cambiar la esencia del libro, que sigue siendo la misma de la versión inicial, sino para pulir un texto que se me resistió como nunca lo hizo el de ninguna otra historia que haya escrito. Quizá nunca quise decir tantas cosas a la vez, o quizá ocurra que quise decirlas demasiado prematuramente. El hecho es que siempre que lo releo encuentro algo que limar, en busca de una naturalidad que tal vez nunca pueda terminar de tener. Quisiera creer que ésta es la versión definitiva, pero, quién sabe, es posible que lo relea dentro de otros veinte años y vuelva a corregirlo. 

Sólo hay una razón para ese empeño, y para reeditar este libro en el presente aniversario: hay lectores, no son mayoría, pero no son pocos, que dicen que es lo más importante que he escrito (entre ellos, tampoco puedo olvidarlo, estaba Rafael Azcona, que hizo el tratamiento para una película que acaso jamás se ruede; si se me otorgara un deseo, no querría morir sin verla). No soy quién para dirimir si aciertan o yerran, y es probable que se trate de una impresión marcada, como todo juicio literario, por su propia subjetividad. Con todo, creo que es mi deber de gratitud hacia ellos tratar de darle a este libro la mejor forma que esté a mi alcance. Hasta aquí he llegado, por ahora.

Espero que los que ya la conocíais la volváis a apreciar, en esta nueva edición que es quizá la más esmerada que ha tenido. Y que los que no la conocéis os la encontréis y os diga algo.

Abrazos.

lunes, 28 de marzo de 2016

El próximo Bevilacqua: Donde los escorpiones




He perdido la cuenta de las veces que me han preguntado cuándo salía la próxima de Bevilacqua desde que salió la anterior, allá por 2014.

Bueno, ahora tengo respuesta: el 31 de mayo. Y ésta es la portada.




Por cierto, que decir la próxima de Bevilacqua es dejar fuera a alguna compañía importante. En realidad, es la próxima de Bevilacqua y Chamorro. O si me apuran, la próxima de Bevilacqua. Chamorro, Pereira, Salgado y Arnau. Es decir, de todos éstos:




Las divisas van en orden jerárquico, no de enumeración. Y recogen las promociones que cada uno ha ido teniendo en este tiempo. Por cierto, una pista: en esta ocasión, para variar, todos ellos lucen sus galones en algún momento de la novela. Algunos, en muchos momentos...

Y no digo más, por ahora.