miércoles, 21 de diciembre de 2016

Dos libros por Navidad




Llegan estas fechas entrañables, que se decía antes, en las que es costumbre hacer regalos, y aunque uno ya sabe que los objetos del deseo de sus conciudadanos se sitúan por lo general fuera de las librerías, no puedo dejar de reseñar aquí, para quien le sirva, la aparición de dos libros que bien pueden servir como opción a aquellos antiguos que sigan pensando que un volumen encuadernado puede ser un buen presente por Navidad o Reyes.

El primero, por orden de aparición, es éste.




Una curiosa aventura compartida, y que será más compartida aún, porque da inicio a una serie en la que irán compareciendo distintos autores para continuar las andanzas de la pareja investigadora, Sonia y Pau: una desempleada rebotada que se arroja a la economía sumergida  y un Ni-Ni con secretos inconfesables que se convierte en su escudero y protector.

Quien quiera saber más del libro y del proyecto, puede informarse en la página de la editorial, Menoscuarto, un primoroso sello palentino con el que ha sido para Noemí Trujillo y para mí un placer trabajar. Luego dicen que los editores no sirven para nada. Quienes nada saben de libros.

El segundo, apenas unas semanas en la calle, es éste:



Se trata de una selección de los relatos publicados en elmundo.es en la serie vidas.zip, en concreto de 102 de temática criminal. Todas son historias reales, lo que las hace más escalofriantes, en ocasiones, y más chuscas, en otras. El resumen, también en la página de la editorial, y aprovecho para agradecer a Ediciones Destino su reiterada confianza en mi trabajo. Me cuentan que con éste ya soy el autor con más títulos en la mítica colección Áncora y Delfín, a la par con Miguel Delibes. Nada menos.

Con éste, por otra parte, son seis los libros publicados en este 2016. Creo que es mi récord. Un exceso, ya lo sé. En fin, entre unas cosas y otras ha rodado así...

Por cierto, ya que hablo de ella, recientemente ha alcanzado la serie vidas.zip una cifra redonda, de las que toca celebrar: cuatrocientas semanas buscando y escribiendo historias tomadas de la pasmosa realidad. Mi gratitud también a elmundo.es por su confianza en mi trabajo.

Y ya que estamos, Feliz Navidad, con música:




Abrazos.


viernes, 9 de diciembre de 2016

Mi voz







Pero toda esta vida multitudinaria ha sido para ti
no más que la lira, o el laúd, o el sutil encanto
de las violas, o la música del mar 
que duerme, mímico eco, en la caracola.


Mi voz, Oscar Wilde (1854-1900)
(versión de Lorenzo Silva).





sábado, 24 de septiembre de 2016

Los apuntes de Aloysius (y dos omisiones)



Mucho tiempo sin pasar por este blog. Lo que tiene estar en demasiados asuntos estimulantes al mismo tiempo (creo que nunca habían coincidido tantos proyectos de envergadura en mi cabeza) y tratar de atender como uno puede las múltiples obligaciones que se derivan de un oficio expuesto al público y que en definitiva se nutre de él.

Esta entrada tiene como finalidad principal dar cuenta de la aparición de un nuevo libro, que hace el cuarto de los publicados este año (o el quinto, si cuento la reedición revisada de La sustancia interior a la que hace referencia la entrada precedente). Es un libro peculiar, quizá no para mucha gente (si es que es para alguien), pero del que he de confesar que estoy satisfecho. Por la variedad de su contenido y por la sencilla y hermosa edición que de él ha hecho, con su equipo, Noemí Trujillo, alma editorial y pilar insustituible de Playa de Ákaba.




Los apuntes de Aloysius es el fruto de un trabajo casi marginal de seis años, los que estuve escribiendo quincenalmente en el suplemento universitario Campus del diario El Mundo. Son un puñado de reflexiones intempestivas, a menudo provocadoras o incluso irresponsables, sobre la universidad y sus aledaños: la educación, el conocimiento, la cultura.

El título encierra la advocación bajo la que se pusieron desde el principio aquellas meditaciones indocumentadas, que no era otra que la del entrañable Aloysius, el osito de peluche que llevaba a todas partes el incorregible Sebastian Flyte, uno de los dos protagonistas de Brideshead Revisited (la inolvidable novela de Evelyn Waugh y la para mí no menos inolvidable e iniciática teleserie de Charles Sturridge para Granada Television). Igual que Sebastian fingía hacerle de portavoz a su osito de peluche, que mostraba una y otra vez su desaprobación hacia el rígido y rancio ambiente universitario de Oxford, yo me parapeté tras él para ir pergeñando mis desbarros antiacadémicos.

Era una suerte de captatio benevolentiae, para alguien que no es docente universitario ni vive inmerso en ese mundo, aunque pasó por él y no ha dejado nunca de tener algún contacto con las aulas. También una forma de escribir con máxima libertad, y cuando uno escribe así, salen cosas sorprendentes, que fueron las que me animaron, al releer tiempo después aquellos artículos, a reunirlos en un libro.

Para muestra, este texto de 2005, titulado Desperdiciadores de maná:

Uno vuelve a preguntarse una y otra vez qué es lo que hace falta para que este país amodorrado despierte o, alternativamente, qué negra maldición pesa sobre él para que siempre desaproveche los ríos de oro que pasan por sus manos. Dilapidamos el de las Indias en el siglo XVII, y vamos a malgastar también el que nos vino con el boom del turismo, el boom inmobiliario y los fondos europeos, tres manás que van dando signos de agotamiento o directamente tocan a su fin. Uno ve por doquier obras faraónicas, las autovías surcadas por Mercedes y BMW, los restaurantes cada vez más llenos y las cabezas cada vez más vacías. Unos grifos van a cerrárnoslos, otros acabarán reduciendo su caudal, y deberíamos saber que el tren al que nos hemos acostumbrado sólo lo podremos mantener si creamos y desarrollamos el ingenio necesario para reinventarnos como país, como sociedad y como estructura productiva. Algo muy grave y muy concreto falla cuando pese a las quejas unánimes y los floridos discursos no terminamos de dar los pasos que necesitamos, o incluso damos rotundos pasos atrás. Si no entendemos que debemos reinvertir las ganancias en futuro, en vez de bebérnoslas, nos espera un duro desierto.

Creo que es una de las pocas veces que he ejercido de augur, y me sobrecoge la forma de clavar el pronóstico. Cierto es que no hacía más que recoger las ideas de un maestro como José Luis Sampedro, que por aquellos mismos días ya advertía de la catástrofe inminente, ante las risas unánimes de los gurús posmodernos que lo acusaban de chochear.

En fin, aseguro que el resto del libro es más desenfadado, y aunque no puedo tanto como asegurar que sea útil para nada ni para nadie, ahí está y, si a alguien le despierta curiosidad, tiene la ventaja de que es muy económico. Podéis encontrarlo en librerías escogidas y en la propia web de la editorial.




Aprovecho la entrada para subsanar un par de omisiones. Como muchos ya sabéis, acabó saliendo el 31 de mayo la octava novela (y noveno título) de la serie de Bevilacqua, Donde los escorpiones. La ventaja de escribir las cosas con tanto retraso es que puedo hacerlo sabiendo ya de su recorrido: tres meses y medio, hasta hoy mismo, en las listas de los más vendidos. A veces no sé cómo agradeceros que estéis ahí. Pero conste una vez más mi gratitud.

Y la segunda omisión es otra entrega, humilde, de un proyecto narrativo que me es muy querido y que camina ya hacia los ocho años de recorrido, el formado por las piezas que bajo el título de vidas.zip se publican semanalmente en elmundo.es. En este caso se trata de la séptima cosecha anual, que lleva en su título a la ciudad de Palmira porque fue a comienzos del periodo que abarca cuando cayó la ciudad en manos de los bárbaros y al final cuando éstos la perdieron, a manos de quienes me cuesta un poco no tildar de bárbaros también, pero que al menos dejaron de demolerla. Por ahora, y en espera de más adelante hacer una edición en papel, sólo está en ebook.




En lo que queda de año aún habrá otro par de novedades (una de ellas relacionada también, desde otro ángulo, con el proyecto vidas.zip) y unas cuantas a principios de 2017. Pero de todo ello ya iré hablando en su momento. Y no, no tengo ningún negro. Echo muchas horas escribiendo, me gusta, y cuando la vida me dejaba muy poco tiempo para ello aprendí a hacerlo de forma más o menos expeditiva. No hay otro secreto.

Abrazos.


jueves, 31 de marzo de 2016

La sustancia interior: veinte años no es nada



Acaba de llegar el libro. Y la impresión no puede ser mejor:





Escribí esta nota para explicar el porqué de la reedición:

Nota a la edición de 2016
Al cabo de veinte (o veinticinco) años

Llevo veinticinco años escribiendo y reescribiendo este libro. Hace veinte que se publicó por primera vez, pero la idea de la que surgió la tuve una mañana de invierno de 1991, cuando en mi primera visita a Barcelona quedé deslumbrado por aquella iglesia de la Sagrada Familia que tenía el cielo por techo y aún no se había convertido en el hervidero de turistas que es hoy. Entonces, cuando tan sólo era una obra destartalada, apenas la visitaba nadie y uno subía a las torres por su cuenta y riesgo. Fue allí donde tuve la intuición de una historia que hablara del arte y del hombre, de la misión individual de cada uno y de lo que la vida de los individuos en sociedad, con sus inevitables añadidos (la ambición, el poder, el engaño), hace a la postre con esa vocación que cada uno, la siga o no, lleva dentro. 

Lectores con poca afición o querencia por lo alegórico, que es el principal recurso de este relato, me han pedido más de una vez que explique lo que significa y propone. Lo que precede creo que es todo cuanto debo decir al respecto, y no me parece que extenderme más me granjee mayor indulgencia por su parte. Al cabo de veinte años, he aprendido a aceptar que hay lectores que no entrarán en el juego, al que por lo demás he jugado muy pocas veces; de hecho, este libro es excepcional, por la amplitud y la intemporalidad de su asunto y porque también contiene un homenaje, el único que creo haberle hecho en mis novelas, a quien para mí es el mayor escritor del siglo XX, y probablemente uno de los siete mayores de todos los tiempos: Franz Kafka. Con una ingenuidad que acaso puede disculpar lo joven que era yo por entonces, quise hacer una novela kafkiana que terminara, como él no pudo (ni quizá debía) concluir ninguna de las suyas. 

Me costó cuatro años darle una forma que me autorizara su publicación. La reescribí dos veces, siempre quitando del magma excesivo de su redacción inicial. Esa primera edición de 1996 la entrego ahora después de otras dos revisiones profundas, la de la edición de 1999 (en la que, justo es que aquí lo recuerde, me fueron de gran utilidad las observaciones de Ricardo Senabre, el gran crítico español recientemente desaparecido) y la que he vuelto a hacer en 2015, más intensa aún que la anterior. 

Creo que no hay una página que no haya retocado, no para cambiar la esencia del libro, que sigue siendo la misma de la versión inicial, sino para pulir un texto que se me resistió como nunca lo hizo el de ninguna otra historia que haya escrito. Quizá nunca quise decir tantas cosas a la vez, o quizá ocurra que quise decirlas demasiado prematuramente. El hecho es que siempre que lo releo encuentro algo que limar, en busca de una naturalidad que tal vez nunca pueda terminar de tener. Quisiera creer que ésta es la versión definitiva, pero, quién sabe, es posible que lo relea dentro de otros veinte años y vuelva a corregirlo. 

Sólo hay una razón para ese empeño, y para reeditar este libro en el presente aniversario: hay lectores, no son mayoría, pero no son pocos, que dicen que es lo más importante que he escrito (entre ellos, tampoco puedo olvidarlo, estaba Rafael Azcona, que hizo el tratamiento para una película que acaso jamás se ruede; si se me otorgara un deseo, no querría morir sin verla). No soy quién para dirimir si aciertan o yerran, y es probable que se trate de una impresión marcada, como todo juicio literario, por su propia subjetividad. Con todo, creo que es mi deber de gratitud hacia ellos tratar de darle a este libro la mejor forma que esté a mi alcance. Hasta aquí he llegado, por ahora.

Espero que los que ya la conocíais la volváis a apreciar, en esta nueva edición que es quizá la más esmerada que ha tenido. Y que los que no la conocéis os la encontréis y os diga algo.

Abrazos.

lunes, 28 de marzo de 2016

El próximo Bevilacqua: Donde los escorpiones




He perdido la cuenta de las veces que me han preguntado cuándo salía la próxima de Bevilacqua desde que salió la anterior, allá por 2014.

Bueno, ahora tengo respuesta: el 31 de mayo. Y ésta es la portada.




Por cierto, que decir la próxima de Bevilacqua es dejar fuera a alguna compañía importante. En realidad, es la próxima de Bevilacqua y Chamorro. O si me apuran, la próxima de Bevilacqua. Chamorro, Pereira, Salgado y Arnau. Es decir, de todos éstos:




Las divisas van en orden jerárquico, no de enumeración. Y recogen las promociones que cada uno ha ido teniendo en este tiempo. Por cierto, una pista: en esta ocasión, para variar, todos ellos lucen sus galones en algún momento de la novela. Algunos, en muchos momentos...

Y no digo más, por ahora.


jueves, 14 de enero de 2016

Pasajes, un relato de viaje



Si no me equivoco, hace el número 54. Estreno el año con nuevo libro, que tiene una historia particular, porque procede de un blog como éste (que ya dio lugar en su día a otro libro, por cierto).




Me parece bueno que los textos efímeros que conforman un blog, ese engendro a medio camino entre el relato, la reflexión y el dietario, se acaben juntando en algo que tenga vocación de permanencia y una entidad propia, esto es, un libro. En este caso, el de Pasajes, se trata de un blog que mantuve durante cerca de un año en Yahoo.es, y recoge el viaje que en esos meses me llevó a pasear por un buen número de libros, películas, músicas y lugares. Un viaje breve pero intenso, algo sui géneris, si se quiere, y relatado también de una manera particular.

Cuando junté todas las entradas, me pareció que tenía sentido convertirlas en un volumen impreso; un sentido, por cierto, muy afín a la obra de Walter Benjamin (claramente aludido en su título) y a Montaigne (sobre cuyos Ensayos hay una entrada). Y es que se trata de un relato fragmentario, hecho de muchas pequeñas historias, propias y ajenas, y siempre al servicio de una reflexión que tiene que ver con las dudas y las incertidumbres que suscita un tiempo repleto de dogmáticos.

Esa fue la maldición que pesó sobre Benjamin y Montaigne, espíritus libres que vivieron en tiempos marcados por fanatismos diversos, y a ellos, entre otros, va como homenaje.

El libro estará a la venta el 26 de enero, pero si queréis lo tenéis en preventa en la web de Playa de Ákaba.

Por cierto que en preventa podéis comprarlo a un precio especial junto a este otro libro:




No es mío, salvo como editor y prologuista, por eso puedo recomendarlo calurosamente. Un diario en verso situado en uno de los conflictos más ásperos de nuestro tiempo, el más áspero en el que hemos estado envueltos los españoles en este siglo, y que, con arreglo a nuestra habitual desidia, hemos contado muy poco y muy mal. Este libro viene a colmar, y cómo, ese hueco, de la mano de un poeta y soldado (sí, se puede: os habéis olvidado de Garcilaso) que estuvo allí. Nada menos.

Abrazos.

Postdata: haremos dos presentaciones de Pasajes, junto al libro de Guillermo de Jorge, con presencia de los dos autores: una el día 28 de enero a las 19.00 en la biblioteca Eugenio Trías (la antigua Casa de Fieras del Retiro) de Madrid y otra en la librería Lé (Castellana, 154) el día 9 de febrero, a las 19.30. Estáis todos invitados.