sábado, 29 de enero de 2011

Verde que te quiero verde





¿Alguien adivina de dónde es la foto? ¿Gales, Bretaña, Escocia? Agua. Está tomada entre Kenitra y Larache, hace un par de días. Agua, sí, por todas partes, y un verde esmeralda que casi dolía en los ojos. He escrito muchas páginas sobre Marruecos, tratando de explicar por qué me parece un lugar lleno de intensidad y cargado de atractivo. Pero esta vez voy a dejar que os hablen las imágenes, con pies de foto mínimos. Fijaos en el color, el cielo, la luz. Podría remitiros también a los olores, a los sonidos, a un sinfín de sensaciones, todas muy vivas aún en mi memoria después de un periplo de cinco días por tierras marroquíes, de la mano del Instituto Cervantes (una de las mejores cosas que hemos hecho y hacemos los españoles en Marruecos) y en compañía de un buen amigo y compañero, Francisco José Jurado.

Pero eso será otro día, si acaso. Ahora sólo mirad (si queréis, claro).



Fez, un vistazo a la mezquita Qarauiyn. Desde fuera, está prohibida a infieles.




Tetuán, desde una azotea de la medina. Patrimonio de la Humanidad pero todavía fuera de la ruta convencional. Por eso sigue siendo una de mis preferidas.




Otra vez Tetuán: la luz, los colores, la gente, y al fondo el teatro español.




Rabat, Kasbah de los Udaia. Antiguo corazón de la república pirata de las dos Salé. Otro rinconcito fuera de lo consabido, y que uno lleva en el corazón.




La ría de Bu Regreg, rebosante, desde la Kasbah de los Udaia. Se nos unió el arco iris.




Un detalle de mi desayuno de esta mañana. No son ricos, y encima es una cafetería de aeropuerto, pero en cada mesa había una rosa amarilla recién cortada. Tienen esas cosas.


Y hasta aquí ha llegado el reportaje, por esta vez. Volveremos, Insh'Allah. Abrazos a todos.


domingo, 23 de enero de 2011

Noticia inexacta





Por no decir completamente contraria a la realidad. Ya se publicó hace unos días, la desmentí a través de Twitter pero se reitera ahora, aquí.

Lo malo es que de ese medio beben otros y la van replicando. Con el periodista de Público hablé, aunque me temo que no entendió bien mis palabras, o no me hice entender bien yo. La conversación fue nocturna, a través del móvil y con mala cobertura, eso puede excusarle a él, a mí o a ambos, fuera quien fuera el causante de la noticia inexacta.

Lo que le dije a este hombre, con el trasfondo de la Ley Sinde, es que durante meses no había cerrado un acuerdo con mis editores porque no estaba de acuerdo con los precios que se estaban poniendo al ebook, demasiado altos y poco realistas, en mi opinión, en un país donde se ha instalado la creencia de que la cultura ha de ser gratis.

Por aclarar un poco esto último: desde luego que hay que plantar cara, dialécticamente, al mal llamado bando internauta (en realidad, sus muy interesados y autodesignados portavoces: alguno ya ha hecho un lucrativo negocio de su postura, vía conferencias clónicas pagadas a precio de oro y consejos retribuidos en filiales de empresas beneficiadas directamente por el despiporre actual). Hay que lograr, sí, que esta gente se apee de sus pretensiones basadas en el discurso sofista (yo sólo enlazo, no sé quién colgó el epub ni si tiene permiso) y sobre todo en la imposición de sus tesis por la vía de la coacción, a partir del actual desprecio masivo de los derechos de propiedad intelectual y de la impunidad de quienes fomentan y se enriquecen con este fenómeno. Pero también por parte de la industria hay que dar pasos decididos para deslegitimar por la vía de una oferta alternativa el discurso pirata, por un lado, y para que las autoridades se vean empujadas a perseguir de una vez a los receptadores digitales, que son el verdadero cáncer que amenaza con pervertir irremediablemente todo un mercado y aniquilar un sector productivo que da de comer a decenas de miles de familias en este país. (Para el que no sepa lo que es un receptador, hay diccionarios.)

El paso al que me refiero es hacer una oferta digital legal realmente asequible y competitiva. Puede que no sirva ya para nada, porque ninguna oferta asequible puede competir contra los cero euros (por poner un símil: al que va a mangar en el Carrefour, igual le da que le bajes a diez céntimos lo que piensa llevarse y sabe que puede llevarse sin que le pillen, y a lo mejor necesita y le viene fatal pagarlo, que esa es la segunda parte, sobre todo en tiempos de crisis).

Pero vamos a intentarlo. Espero que quede por ahí gente que piensa que de algún modo, siquiera mínimo, es decente corresponder a quien hace algo que te gusta y/o reconforta.

Todo este rollo para dar la verdadera noticia: me costó, pero he llegado a un acuerdo con mis editores. Y va a ser toda una novedad, frente a lo que hay. Pronto estará disponible. No puedo avanzar nada más, pero tampoco quiero que circule por ahí algo que no es cierto.

Ah, la imagen que abre esta entrada es la portada de uno de los ebooks.

Abrazos.


jueves, 13 de enero de 2011

Sentido común, al fin






Hoy no voy a escribir nada. Voy a remitir a lo que ha escrito otro, Antonio Ruiz de Elvira, catedrático de Física Aplicada, sobre el cambio climático, la Ley Antitabaco y otras cosas.


¿Y este hombre no se presentaría a unas elecciones? Antes de que todo vaya a peor.




Si lo hiciera, yo le votaba con las dos manos. Chapeau.

Abrazos.

martes, 11 de enero de 2011

Lector Facundo o la desinformación



Esta es una entrada un poco más fea, por eso no pongo fotos. Prometo que no dejaré que pase a menudo.

Me habían advertido alguna vez de la existencia de este señor (o lo que sea, ya que se esconde tras un seudónimo). Al parecer me había aludido en alguna de las entradas de su blog, y ahora ha dado en dedicarme una. Bueno, no pasa nada. Puede escribir de lo que quiera.

Lo traigo a colación no por el interés intrínseco del blog o de la entrada en particular (exiguo, como se ve en un vistazo), sino porque la entrada de este bloguero es un buen ejemplo de lo que está llegando a ser el peor lado de Internet. Ese que hace de la desinformación, la descalificación arbitraria y el argumento peregrino su santo y seña. Todo, además, desde el anonimato o pseudoanonimato, que siempre da más gusto, a quien no aguanta la cara. Y me da tres botones de muestra, que son los que quiero comentar para ilustrar mi tesis:

1. Acusa al premio Nadal de ser un premio corrupto y a mí en particular de respaldar, por mi corrupción, algunas apuestas concretas de ese premio.

2. Supone que es una trola la que le he colado a un redactor del El País al decirle que mi último libro (un libro arduo de escanear, con profusión de ilustraciones) estaba subido en apenas dos días a una decena de páginas de enlaces.

3. Dice que lo que debemos hacer los creadores es quejarnos menos y demandar a quien nos copie sin nuestro permiso, que para eso están los tribunales.

Bien, no está mal, como ejercicio de la libertad de expresión. Pero qué pena que ese derecho, que se conquistó con dolor, y por el que tantas personas dignas y valiosas perdieron la vida o la fortuna, haya quedado para esto. Vayamos por partes.

Al punto 1. Este señor, como tantos, habla de lo que no sabe. No ha estado jamás en una reunión del jurado del premio Nadal. Por eso no sabe que, en los pocos años en que he estado en él, he votado nada menos que dos veces por obra distinta de la ganadora. Y no voy a darle más información, que no tengo por qué, pero ahí tiene algo que le impide sostener lo que sostiene, salvo con imprudencia. Aunque le habría bastado con informarse mejor de lo que es público (las deliberaciones y mi voto son secretos). Cada año se anuncia el resultado de las votaciones y, por poner el ejemplo de este 2011, la final se resolvió por 4 a 1.

Al punto 2. Sí, es una trola. Que vea la lista siguiente. Es fácil, sale de las dos primeras páginas de los resultados de Google. Pero, de nuevo, informarse es fatigoso.


(Ah, y os propongo un juego: encontrad alguna en la que no haya un banner publicitario, ergo lucro para alguien...)

Al punto 3. Qué argumento. Vamos a contar una parábola. Este señor, imaginemos, escribe libros. Como no se sabe quién es, no sabemos si los tiene publicados o apilados en su casa. Supongamos lo segundo. Supongamos que ha parido tres y tiene las copias al lado de su ventana. Cada día pasa alguien y le quita esas copias. Cada mañana las repone, pero a la noche han vuelto a desaparecer. Y así una y otra vez. Imaginemos que la respuesta de las autoridades fuera: demanda cada día a quien te va a seguir birlando las copias. Gasta todo tu dinero en abogados, y todo tu tiempo en pleitos, que para eso está.

En fin, más allá de esto, el que suscribe está muy lejos de tener la menor intención de perseguir a sus lectores, paganos o no. De lo que se trata es de que la situación se reconduzca a algo razonable, por parte de todos. Creo que los creadores, al menos éste, ya hemos reconocido que hay que cambiar el modelo (y en ello estoy, y no de hoy, sino desde hace diez años). Pero para poder hacerlo, hay que empezar a aventar opinadores de este jaez. Y desterrar, no de la Red, que tiene que seguir acogiendo a todo el mundo, pero sí de la agenda del debate y de las decisiones, sus nimios, irresponsables, desinformados e inconsistentes argumentos.

Abrazos.

miércoles, 5 de enero de 2011

Lo que bien acaba





Bien está, o eso dicen. Me escudaré en esta sentencia de la sabiduría popular para encarar mi año 2011, porque si lo juzgo por el principio, no lo voy a calificar como quisiera.

Ésta es una entrada solidaria y de servicio público.

Solidaria con todos los que en estos días estáis bajo los efectos de la gripe que inmisericorde ha alcanzado también a este servidor vuestro. Solidaria también con todos los fumadores, aunque confieso que empiezan a fatigarme un poco sus quejas y sus comparaciones de sí mismos con los judíos bajo Hitler (no en vano he sido su víctima durante 44 años, en los que me han gaseado a menudo y en bastantes ocasiones sin la menor piedad). Comprendo que es un poco duro pasar de golpe de vivir con escasas restricciones (las que imponía la tímida ley anterior) a tener que buscar espacios realmente marginales para su deleite lesivo de los demás.

Y ahora el servicio público. Aquellos que vayáis a Lisboa alguna vez y queráis fotografiar la Torre de Belém desde el lado del mar tened cuidado con el bujero que se ve en la imagen:




Por no verlo, el pasado día 1 este que escribe le imprimió a su tobillo izquierdo una torsión de 180º. Gracias a ello, he empezado el año con dos muletas como las de la foto que abre esta entrada (ahora ya se entiende). En fin, con este principio, estoy seguro de que el año va a ir hacia arriba (y de paso, lo mismo os deseo a todos). Aunque me tuvieron siete horas esperando en las urgencias de un hospital lisboeta, y el médico, cuando al fin me atendió, y le advertí que no le entendía del todo bien, empezó a decirme cosas confusas sobre Pizarro y nuestra forma de conquistar América (como si ellos en Brasil les hubieran hecho la pedicura a los indios), no les guardo rencor. Los quiero además porque son mis ancestros (mi apellido lo atestigua) y contra lo suyo uno nunca puede revolverse del todo.




Así que pongo estas otras fotos más sugerentes, para dejar y quedarme con mejor sabor de boca. La anterior a estas líneas, el monumento a los descubrimientos, junto al río. La que sigue, una de bancos solitarios, subgénero que me fascina (y más con la botella, que ya estaba ahí, seguramente abandonada tras una celebración de año nuevo):




Algo de máquinas jubiladas (otra debilidad):




Y en fin, la Torre de Belém, que ya nunca olvidaré, desde un ángulo más seguro (para el tobillo del fotógrafo):




Abrazos y feliz 2011 a todos.