Algunos la conocerán. Está en plena playa de Bolonia, en Cádiz. Era una ciudad bastante aparente, con su teatro y todo, y también el puerto del que se partía hacia Tingis, la capital de la Mauritania Tingitana, cuando ambas orillas del estrecho donde se abrazan el Mediterráneo y el Atlántico eran la misma cosa, Roma. Al fondo en la foto, aunque algo borroso (justo encima de las adelfas), se ve África.
En la foto de más abajo, tomada desde un mirador cercano a Tarifa, se ve mejor. A la derecha, el Yebel Musa (o monte de Muza), el compañero del otro lado del peñón de Gibraltar (o monte de Tarik). Antes de llevar el nombre de dos moros, estos pedruscos insignes eran las famosas columnas de Hércules de los antiguos. Lo que se ve a la izquierda en la foto, esa ciudad blanca con otro monte adosado, es Ceuta, un trozo de España al otro lado del agua.
Siempre que me asomo a este balcón, a esta calle de agua entre Europa y África, imagino un puente encima. El día que exista, el día que las dos orillas se conecten a través de una vía física (aunque sea de peaje) éste será otro mundo. Para mí, mucho mejor. Pero otros, y demasiado poderosos, temen ese momento. Ojalá no nos impidan llegar a verlo. Mientras tanto, en su homenaje, ahí va otra foto: Gibraltar, con un animal mucho más sabio que ellos.