viernes, 28 de mayo de 2010

Pongamos que hablo de Madrid





Ayer, 27 de mayo, en los jardines de Cecilio Rodríguez del Retiro, hubo una presentación-encuentro con lectores a propósito de La estrategia del agua. Como anfitrión, el alcalde de Madrid, que además de ser mi ciudad natal es el escenario de esta historia y también donde viven sus protagonistas. Fue una estupenda presentación, donde también hubo destacados representantes del mundo de la judicatura y del Cuerpo al que pertenecen mis personajes. Todos ellos tenían mucho que decir sobre este libro. Y lo dijeron.

Mi amiga Elena, la bloguera de La Última Frontera, hizo esta estupenda crónica, de la que además he tomado la foto de arriba. Ella lo cuenta mejor que podría hacerlo yo. Quienes tengáis curiosidad por lo que se dijo, podéis leerla. Vaya el enlace con mi agradecimiento a ella, a los presentadores y a quienes nos acompañaron, con uniforme y sin él.



Y hoy, por la mañana, inauguración de Elemental, querida Salander, la exposición sobre novela negra nórdica que me encargaron comisariar desde la Comunidad de Madrid para su pabellón en la Feria del Libro de la capital. Lo que os encontraréis allí, si vais, ha sido posible gracias a la colaboración y el talento de Elena y Rafa, en la producción y diseño respectivamente, y de Ana Clara y María desde la Comunidad. Muchas gracias a todos por haberme permitido participar en algo tan bonito, enriquecedor y vistoso. Hoy por la tarde estaba llena a reventar. No os la perdáis. Tiene cosas que de veras merecen la pena. Aunque mal esté que lo diga yo.

Abrazos a todos.

Post scriptum de 5 de junio: Los amigos y compañeros de elmundo.es han colgado un vídeo con un recorrido por la exposición. Para los que no podáis viajar hasta Madrid... Gracias a Virginia Hernández y Ricardo Domínguez, artífices del reportaje.

sábado, 22 de mayo de 2010

La noche de la literatura





Sucedió el pasado día 12 de mayo en Praga. Más concretamente en el Muzeum Hudby (el Museo de la Música, en Malá Strana, muy cerca de donde está el famoso Jesusito). Ved en la foto de más abajo qué impresionante es su patio interior.




Fue una lectura de un par de pasajes de la traducción al checo de La flaqueza del bolchevique, que dicho sea de paso es de justicia consignar que le debo a Eva Blinková-Pelánova, cuyas impresiones sobre la tarea podéis leer aquí.

Al bolchevique de mi cuento le puso voz el actor checo Miroslav Taborský (conocido del espectador español por su intervención en La niña de sus ojos). Los fragmentos que leyó me pidieron que yo mismo los sugiriera. Y me dicen que me hicieron caso, así que el público de la foto de arriba bien puede estar escuchando (pero en checo) esto:

Las creen­cias recorren invaria­blemente un camino natural, desde su subleva­ción contra otra creencia inicua hasta su transfor­mación en la nueva iniqui­dad que será preciso destruir. El dolor y la belleza, en cambio, son irrefuta­bles porque no se miden con ninguna creencia ni exigen que ninguna creencia se ponga a su servicio. Ningún hombre vale lo que cree, sino lo que ha deseado y lo que le ha sido dado sufrir. Cual­quier hijo de perra o cualquier borrego puede creer cualquier cosa. Los elegidos lo son por el éxtasis o el infortunio. Los mejores, por ambos.

O quizá esto otro:

Uno puede haber meditado mucho, haberse esforzado por asumir la propia diferencia y hasta por convertirla en un orgullo. En realidad, quién no procura salvar­se de su tara convirtiéndola en insignia. Todo eso está bien, pero a veces, cuando uno anda desprevenido, viene la oscura conciencia que uno de los débiles más implacables que ha dado la historia, ese checo desgarbado llamado Franz Kafka, dio en simbolizar en un pobre tipo que una mañana se vuelve escarabajo y es repudiado por su familia, que se va de excursión cuando al fin el escaraba­jo muere. Como es sabido, dos de las cosas que más ferviente­mente desea el bípedo sin plumas son que nadie le repudie y que después de morirse nadie pueda hacer excursiones.


Mi agradecimiento a los organizadores, al lector, al público (unas 800 personas, en 12 tandas) y a Eufrasio Lucena, de la embajada de España en Praga, que me facilita toda esta información para poder compartirla con vosotros. No digáis que no es una cosa bonita y reconfortante. Os pego otra foto de la sala, a la que me enorgullece pensar que por mi culpa regresó el espíritu inmenso y luminoso de Franz Kafka, así fuera tan sólo por una noche.




Abrazos checos.

jueves, 6 de mayo de 2010

Solaris





Ayer, tratando de ordenar archivos del disco duro, me encontré un texto que se me había olvidado que escribí. Me lo pidieron de El Cultural, hace dos años, en el verano de 2008. Recordé de pronto dónde lo hice: en Mollina, donde a la sazón estaba encerrado durante una semana con una treintena de chavales, en un taller literario que fue toda una experiencia de aprendizaje para mí. Fueron días felices, por eso y por alguna otra cosa. El tiempo de escribir lo robé a la siesta, al sueño y a la escritura de El blog del inquisidor. Debí de hacerlo tan deprisa y sin pensar que pasó por mi mente casi sin dejar huella. Hoy, al releerlo, me ha parecido de otro. Por eso me ha podido parecer hermoso. Y por eso me permito colgarlo. Como recuerdo de Mollina, de aquellos chicos y chicas y de aquel verano azul, en el que por fin se disiparon algunas tinieblas.

“Solaris” de Stanislaw Lem - Una historia de amor

La historia trata de unos astronautas que viajan hacia un planeta para estudiarlo. Una vez en su órbita, empiezan a suceder cosas extrañas. Los astronautas reciben la visita de unas criaturas que los perturban profundamente, pero no por serles desconocidas, sino justamente por todo lo contrario. En el caso del protagonista, se trata de su joven esposa, muerta años atrás. No es un espectro: puede tocarla, besarla, hablar con ella. Y ella le responde, aunque parece un poco ida. No se trata, pese a lo que pueda parecer, de una historia de ciencia-ficción. O sí, pero los elementos de ficción científica resultan accesorios. Por encima de todo, Solaris es una de las más sobrecogedoras historias de amor jamás escritas. Y una de las que más hondamente reflexiona sobre ese misterioso mecanismo que nos lleva a poner aspectos cruciales de nuestra existencia en manos de otros, incluida nuestra misma ilusión de vivir. Es, también, una cruda alegoría sobre lo limitado del conocimiento humano. Los astronautas, que creen investigar el planeta Solaris, son en realidad las cobayas humanas con las que el planeta, dotado de inteligencia, está experimentando. Solaris se ha metido en sus sueños, sus añoranzas, sus miedos. Y los ha materializado a su lado para ponerlos a prueba. El protagonista acaba comprendiendo, desolado, que esa mujer a la que abraza no es su esposa. Y sin embargo, elige seguir creyéndolo. Y es que, viene a decirnos Lem, la fe es más necesaria que la verdad.


En fin, el texto habla del libro, pero también podría hablar de la película de Tarkovski, a la que corresponde el cartel de más arriba. La de George Clooney preferí no verla. Pido disculpas por mi prejuicio, pero honestamente no pensé que fuera a creérmela con él.

Abrazos.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Página 2



Pero qué bien y qué bonito hacen este programa Óscar López y el resto del equipo, que además son tan simpáticos y currantes que da gusto rodar con ellos. Uno, como siempre, no hace ni más ni menos que lo que puede. No me puedo resistir a colgar aquí el vídeo por si queréis verlo.

Gracias, amigos.

domingo, 2 de mayo de 2010

La hora del lector





Es curiosa cosa escribir un libro y publicarlo. En mi caso, lo pienso durante años, rara vez menos de dos o tres. Luego me dedico a escribirlo durante unos meses u otro año, un tiempo en el que no sé en qué paso más tiempo, si poniendo en negro sobre blanco lo que ya tengo pensado o leyéndolo y releyéndolo una y mil veces para darle una forma fluida y precisa. Y al final lo suelto, y entonces vienen los lectores y me descubren lo que he hecho. Y desde que existe Internet, muchos, además, me lo dicen, directamente a través del correo o indirectamente, colgándolo en los lugares más insospechados, donde merced a los buscadores es fácil encontrarlo.

Llevo varias semanas sin parar, pero hoy he tenido un momento y he hecho una búsqueda de lo escrito sobre La estrategia del agua en el último mes. Y hay muchas cosas jugosas, muchas que me ayudan a entender el fruto de mi propio trabajo, y a perfilar mi conocimiento de la percepción ajena sobre él, lo que vale, a la postre, para cualquier otra cosa. Un novelista es un aprendiz continuo de las miradas de otros. El ejercicio es, para mí, sumamente aleccionador.




Debo destacar, por el esfuerzo que lleva detrás, lo que ha hecho Eduardo-Martín Larequi en su Bitácora del Tigre. Un espacio riguroso (y generoso) de crítica cultural en el que cualquiera que busque pistas para una lectura exhaustiva y profunda de este libro, y de muchas otras cosas, hallará cumplida satisfacción. Por si esto fuera poco, elige nada menos que este asunto para la entrada con que conmemora su quinto aniversario, todo un detalle. No me sigue a todas partes, lo que también es de agradecer, pero debo darle las gracias por la inmersión intensa y afectuosa que ha hecho en mi texto, buceando a fondo en sus referencias y sugerencias. Para poder comentarlo como es debido, necesitaría una entrada entera, que habré de diferir a momento menos apurado que el presente.




Muy otra es la apreciación de la titular de Boquitas Pintadas. Una severa lectora a la que llevo siguiendo algún tiempo, y que sin desechar mi trabajo como deleznable, encuentra muchas cosas que la irritan. Por ejemplo, que a una mujer mala se la llame zorra, cosa que como bien señala, en mi novela sólo lo dicen, respecto de la mujer de marras, otras mujeres, lo que interpreta como una especie de escudo que uso por astucia. No hay tal, lo aseguro. De hecho, yo nunca llamo zorra a una mujer, como tampoco lo haría (ni lo hace) mi brigada Bevilacqua, ni otros muchos hombres a los que conozco. Pero sí he oído a más de una mujer arrojarle ese venablo a otra a las primeras de cambio, cosa que me fascina, porque supone un ejercicio extremo de machismo protagonizado por la dueña de unos ovarios, ergo una potente paradoja, y a mí las paradojas me pierden.

También me imputa esta bloguera caspa reaccionaria por el hecho, parece deducirse, de que entre los malos haya extranjeros. Camellos, matones y sicarios. Y porque los polis y los guardias se refieran a ello sin aspavientos buenistas. En fin, son ellos los que hablan (como las mujeres a las que me refería antes, y en las novelas hay que dejar sonar a los personajes). Yo soy poco chovinista, y me pierde también la extranjería (incluso sentirla en carne propia), pero pregúntese a cualquiera que lidie con el crimen. It's a fact. Los hechos son inocentes. Son. Y no quitan que haya otros malhechores de altos vuelos, propios y foráneos, con los que tampoco se contemporiza, aunque en esta ocasión no sean ellos los que centran la trama.

En fin, si entro al detalle es porque me parece interesante, así que acatada queda su censura, faltaría más, y agradecida su lectura, que es, por vivaz, acicate y estímulo.




En general, no puedo quejarme. Frente a tan dura censora, puedo anotar las cálidas apreciaciones de este librero de Las Rozas, los elogios (a toda la serie, descubierta a partir de esta última entrega) de A leer que son dos días, el amable reconocimiento dispensado por Best Seller Español, las sutiles y enjundiosas reflexiones que la lectura le despierta a la autora de Me dio por pensar, la hermosa y sugerente reseña de José Luis Muñoz Díez en Culturamas, la empatía adictiva de Noche del Alma, la valoración más que favorable del realismo de la historia que hace Antonio Romero en Sistema Digital o, en fin, el inspirado y documentado análisis de Paco Gómez Escribano, buen lector, amén de escritor, en su blog.

No sé si esto es de interés de alguien, aparte del que suscribe. Pero a mí me gusta ver cómo un mismo texto suscita lecturas tan diversas, y que entre todas suman tanta riqueza de matices. Qué diablos: lo que me hace pensar, por encima de todo, es que todas las horas que tiene detrás un libro, al final, merecen la pena.




Abrazos (y gracias) a todos.