A Elvira Navarro, Eugenia Rico, Alberto Olmos y un servidor, los cuatro de la foto de arriba, nos falta un tornillo. Sólo eso explica que hayamos accedido a comparecer no sólo en la foto, sino también
en un periódico, defendiendo los derechos de autor y, mucho más tibiamente, porque no es la que escribiríamos nosotros, la Ley Sinde. Aclaro que mi discrepancia con la ley no es por su blandura, como pensarán los malévolos, sino porque creo que falta un enfoque integral, que quizá permitiría no cargar tanto la suerte en lo represivo, y en lo procedimental y accesorio, que es lo que menos me gusta del invento.
Digo que estamos chiflados y ya se ve: aparte de recibir los insultos habituales de los integrantes de ese nuevo movimiento global, el ciberfascismo, nos han llamado ya en algún lugar "los cuatro jinetes del Apocalipsis", cuando lejos de anunciar catástrofe alguna intentamos buscar un futuro razonable, y no este presente atenazado entre empresarios timoratos y corsarios intrépidos. Donde los que mandan y medran son tipos como el inefable dueño de Megaupload, que enrolan en sus buques a millones de alegres grumetes que además apoquinan el pasaje (el caño de Megaupload que mola, el premium, no es gratis) sin pestañear y a sabiendas de que no hay una Armada británica o española que te cañonee y hunda como las había para los de la isla Tortuga. Así se le ve de relajado, en la foto.
También estamos locos porque en un periódico, y no es crítica al periodista, sino a la falta de espacio, siempre te cortan lo que más te importa puntualizar: como en la declaración que se me atribuye sobre la ilegalidad de la copia, precisar que es ilegal la copia cuando excede lo privado y se hace con repercusión pública, y que esa copia genera responsabilidad aunque no haya lucro (eso, el lucro, es lo que hace que, encima, sea delito). Y mira que lo recalqué dos veces.
O como silenciar nuestra insistencia en que no vale sólo con las leyes protectoras y restrictivas, que hay que mover de verdad el mercado digital, con otros precios y filosofías, que no serán los irreales que pretende el bando pirata (que no cubren ni los costes mínimos) pero tampoco los que hoy muestran las tiendas virtuales en sus exiguos catálogos.
En ese empeño estamos también los creadores, y me da mucha rabia que esta noticia haya salido antes de que esté disponible mi oferta legal, que debería encontrarse ya online, pero que se ha retrasado unos días por problemas de producción. Es lo malo que tiene la edición digital legal y profesional, que es más lenta y difícil que la ilegal amateur, porque entre otras cosas hay que cuidar bien la calidad del texto y el archivo y obtener los derechos de los autores de las cubiertas, por ejemplo, lo que lleva bastante más tiempo que escanear de cualquier manera y arramblar con todo sin encomendarse a Dios ni al diablo.
En fin, ya sólo es cuestión de días. E insisto en que muchas de las objeciones que ahora se nos hacen a los autores, no las van a poder hacer a la oferta digital legal de este cura. No os puedo adelantar nada, pero de por dónde va os dará una idea
este sitio, que hablando de cine hace una propuesta que los alegres cofrades del bando de lo gratis (y sus prósperos propagandistas y abogados) han acogido con significativa frialdad. De verdad que hace falta abrir esta vía, para empezar a poner las cosas en su sitio. Y para que acabe tanta demagogia barata (tampoco ausente en el bando defensor del antiguo sistema) que ofende la inteligencia y nada resuelve.
Abrazos.