Nada por aquí:
Hoy amenazaba lluvia sobre mi querida y nunca bastante ponderada playa de Viladecans, aunque no ha llegado a cumplirse la amenaza, y eso me ha permitido apurar en absoluta soledad los quince minutos de reflexión que procuro hurtarle a cada mediodía.
Un día más, permítaseme, he celebrado que Eurovegas todavía no exista, y que según todos los indicios el engendro se aleje de ese paraje que amenazaba con devorar. Aunque me he enterado poco después, con pavor, de que los empresarios catalanes del juego le han dicho al Govern que si les da a ellos todos los chollos que le prometió al yanqui (desde los terrenos regalados hasta las exenciones fiscales, pasando por la rebaja de derechos sociales) ellos le levantan un Eurovegas autóctono.
Ellos y cualquiera, no te digo.
Luego, la vida ha seguido su curso. Vuelta a casa, como llegué. En la bicicleta:
Y es gratis. Qué tontamente malgastamos, a veces, el dinero y las horas.
Abrazos.