jueves, 28 de marzo de 2013

Atalayas






Lo que muestra la fotografía es la atalaya del Cerro de los Ángeles, desde la que el otro día se tenía esta vista portentosa de Madrid con la sierra toda nevada al fondo (para apreciarla bien, como os recomiendo hacer con las demás fotos de esta entrada, mejor pinchad en la imagen). La foto se la debía a los lectores de Algún día cuando pueda llevarte a Varsovia. Sí, es ahí a donde Laura lleva a Andrés para que le cuente la historia. Pero siendo la foto del pasado lunes 18 (que aproveché para subir con otra Laura, mi hija), en ella se ven unas cuantas cosas que Laura y Andrés, allá por 1996, que es cuando está situada la acción de la novela, no podían ver. Sobre todo, las cuatro torres que ahora mandan en el skyline.




Esta otra atalaya es la que hay en el extremo de una de las calas de Tossa de Mar, desde la que se ve la antigua ciudad medieval amurallada. Un lugar mas que recomendable para pasar, sin mucha presión de turistas aún, el primer trecho de la Semana Santa.




Y tras unos días en la Costa Brava, de regreso al Baix Llobregat y a la playa de Viladecans, que este marzo pródigo en lluvia y viento se ve así. Ya sé que "atalaya" se refiere a lugar elevado y por tanto esta foto podría parecer fuera de lugar. Pero mirando esa playa sobrevuelo a menudo los problemas, y se me ocurrió ponerla para completar, por si a alguien más le sirve a esos efectos.

Abrazos.
  

miércoles, 6 de marzo de 2013

Entre guardias anda el juego




Lo que veis más abajo es una de mis pocas posesiones materiales que realmente valoro. Se la debo a un buen amigo, Félix, con quien comparto una circunstancia: ambos tenemos un ascendiente (en mi caso, mi abuelo materno, Manuel) que perteneció al Cuerpo de Seguridad de la República. Se trata de la insignia, original, que esos hombres (no había mujeres, aún) llevaban al cuello.




Le agradezco mucho a Félix que me consiguiera esa joya, que no lo es por su metal (de poco valor) sino por lo que simboliza. En el caso de mi abuelo, una entrega al cumplimiento del deber, y un empeño por ser un policía humano y leal a sus conciudadanos, que fueron premiados con la expulsión del cuerpo en 1939. Así es este país en el que le tocó nacer, qué vamos a hacerle.

Coincide además el regalo de Félix (a través de mi padre), con otro regalo que me viene de la mano de otros guardias, en este caso civiles, contemporáneos, igualmente cumplidores y por fortuna no expulsados como mi abuelo: los 6.000 afiliados de UniónGC, una de las asociaciones de guardias civiles, que han tenido el detalle de nombrar a Chamorro y Bevilacqua miembros honorarios de su asociación (honorarios e imaginarios, bromeé con ellos).

Tengo pruebas:




Y yendo más allá, extendieron el honor al que suscribe, que puede enorgullecerse (y me enorgullezco) de ser guardia civil honorario desde 2010.




Aún tuvieron un detalle más. Me regalaron otro guardia para mi colección, uno que no tenía y que me gusta, especialmente, por esos grandes pies, que tan bien representan a unos hombres (y desde hace 27 años, mujeres) que tanto se han pateado los caminos para proteger a sus semejantes.

De pequeño mis padres me decían que procurara andar en buenas compañías. A estas alturas, no me cabe duda que la de Bevilacqua, Chamorro y sus compañeros es de las mejores que me ha deparado la fortuna.

Abrazos.