"El destino de las personas lo guían los deseos y no los cálculos racionales". Es la conclusión que extrae el profesor Germán Gullón de la última novela de Philip Roth
, Sale el espectro. También puede extraerse de otras obras del autor norteamericano (por ejemplo de la anterior,
Elegía). La aserción no es muy diferente de la que ya proponía Spinoza en su
Ética. Al obrar, estamos abocados a elegir lo que es más acorde con nuestra naturaleza. Dicho esto, habría que tratar de entender por qué, desde esa configuración volitiva común, las personas alcanzan en su trayecto vital destinos tan variados. Por qué unos consiguen, mejor o peor, el equilibrio. Por qué otros se despeñan.
Patologías aparte, apuntemos como hipótesis que básicamente hay dos tipos de personas:
- Aquellas cuyos deseos los encaminan hacia objetivos que coinciden sustancialmente con los que para ellos señala el cálculo racional.
- Aquellas cuyos deseos apuntan en direcciones que divergen sustancialmente de las que la razón les aconseja.
Podría pensarse que las primeras personas son saludables y las segundas no. Pero parece una simplificación, un afán de "normalización" excesiva de la gente. En el segundo grupo hay también individuos capaces de llevar las riendas de su existencia e incluso de realizar grandes logros. Pero así como las personas del primer grupo pueden obrar, por así decir, tranquilamente, dejándose llevar por lo que su naturaleza les reclama, los otros, para no descarrilar, deben elegir entre dos formas de violencia más o menos sostenida:
- Reprimir sus deseos irrazonables y, algo nada baladí, aprender a hacer tolerable esa represión.
- Aceptarlos, perseguirlos con decisión y aprender a vivir enfrentando los riesgos y percances de toda índole que implica la conducta irracional.
Ninguna de estas dos vías garantiza el éxito. Pero cualquier vía intermedia asegura el fracaso. La gran pregunta es: por un camino o por otro, ¿pueden quienes desean cosas irrazonables alcanzar la paz? Difícilmente, mientras el deseo subsista, salvo que encuentren algo, o a alguien, que les ayude a sublimarlo (ya sea por la vía de la renuncia o la de la saciedad). En otro caso, sólo pueden aspirar a resistir hasta que se apague, y poder decir, si ese día llega (no es seguro), que sobrevivieron a él.
Y tus deseos, ¿coinciden o no con lo que te dicta la razón?