miércoles, 13 de mayo de 2009

BT a la mierda





No, no te lo digo a ti, amable lector. Lo dice el título de este libro (pero tampoco a sus lectores, que conste) haciendo un juego de palabras con las siglas BT, de Barcelona Traction, la empresa de nacionalidad canadiense, antecedente de la actual FECSA, que llevó a cabo la electrificación de Cataluña en los primeros años del siglo pasado. La novela cuenta cómo un astuto hombre de negocios (y ex pirata, según sus enemigos), don Juan March Ordinas, se hizo con todos los activos de la empresa instando su quiebra en un juzgado de Reus a cuyo titular tenía en nómina. De ahí salió FECSA, precisamente, y ése fue el comienzo de un culebrón judicial internacional que acabó con una demanda de Bélgica (país donde tenía su domicilio la sociedad accionista de BT) contra España ante el Tribunal de La Haya. El pleito lo ganó España por falta de legitimación activa del estado belga, ya que según el Tribunal quienes podían haber objetado la quiebra de BT decretada en España eran los canadienses, cosa que Juan March impidió hábilmente contratando los servicios jurídicos del bufete de abogados que tenían los dos hijos del primer ministro del país norteamericano.

El libro, magníficamente documentado, es la sorprendente obra de un novelista primerizo y doctor en economía que ha dedicado una buena pila de años a estudiar la historia de la Barcelona Traction, rastreando en los archivos de varios países. Podríamos describirlo como un thriller histórico-empresarial español, narrado con un pulso y un instinto admirables, que resulta asequible al profano y no defrauda al experto. Un libro que es una rara avis en nuestras letras, y a la vez, una de las mejores novelas españolas que este que suscribe ha tenido oportunidad de leer en mucho tiempo. Destacables sobre todo los personajes del honesto y a la postre manipulado ministro Suanzes y del maquiavélico y gélido Juan March; dos de esos tipos redondos que atesora nuestra Historia y que la literatura española sistemáticamente desaprovecha. Hasta hoy. Gracias a la destreza de Rafael Alcalde. No le perdáis la pista. 

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