domingo, 13 de noviembre de 2011

Ética periodística





No creo que un intelectual, como suele decirse (si esa palabra sigue valiendo para designar algo), o lo que yo prefiero creerme, un simple cuentacuentos, deba expresar en público a quién va a votar. Tengo en mente la advertencia del escritor serbio Danilo Kiš : el artista que se pone al servicio del poder o lo halaga de cualquier modo, se convierte en bufón.

No debo nada de lo que haya podido conseguir, ni un solo euro, a mi adscripción a ningún partido político. Nunca he pedido el voto para ninguno, ni lo haré. Respeto a los colegas que lo hacen, y que pueden tener sus legítimas razones. Las mías para no hacerlo también creo que lo son. Los he criticado a todos, porque no me gusta cómo están organizados ni cómo adjudican y reparten el poder, y quiero seguir haciéndolo. Y no espero que me den nada. Saludablemente, lo que tengo se lo debo a los lectores, y con ellos espero seguir tratando.

Por eso, nunca he declarado lo que afirma Libertad Digital y, quiero creer que siendo sorprendidos en su buena fe, recogen los de EcoDiario. La única fuente de la que pueden haber obtenido manifestaciones mías sobre las elecciones del 20-N es esta entrevista a El País y ésta a ABC y otros periódicos de Vocento (mismo texto).

Por favor que alguien busque dónde digo que votaré a Rubalcaba. Reitero lo que sí digo. Ni siquiera sé (aún) si voy a votar. Y soy de izquierdas. Y creo que Rubalcaba es un político muy capaz. Pero para una inteligencia media, queda un trecho largo hasta afirmar que he manifestado que vaya a votarle, o colegir que vaya a hacerlo. Lo que haga, insisto, lo guardaré para mí.

Abrazos.

7 comentarios:

Atticus dijo...

Entiendo tu enfado. Uno de los los problemas del común de la gente es la incapacidad o falta de voluntad para escuchar más de 10 segundos. Por otro lado, y perdona, a mí lo que opine la gente pública (llámense famosos, escritores, músicos o actores) me da exactamente igual. Lo que no entiendo es cómo se prestan algunos a esa función de escaparatistas del poder o de la oposición. En esos asuntos, creo que su opinión vale lo mismo que la mía, o sea, poco. Lo que quiero son argumentos, porque las opiniones (ya lo dijo Harry el sucio) son como los culos: cada cual tiene el suyo (y la suya). Necesitamos mucho más, menos gritos, menos discurso emotivo y catastrofista y más pensamiento crítico y no cautivo.

Silva, Lorenzo dijo...

Nada que perdonarte, Atticus, lo veo exactamente como tú, las "opiniones políticas de famosos" son una mercancía barata, y por eso me fastidia que me metan en ese circo, del que con afán me abstengo. No quiero decir que no tenga opiniones políticas, o que no tome posición ante cuestiones políticas, sino que no creo que tenga ningún interés para nadie que exhiba (mis opiniones o posiciones) en forma de intención de voto.

Abrazos.

Rafael Roldán dijo...

Efectivamente, sr. Silva, de la lectura de las entrevistas concedidas no se puede colegir el sentido de su voto. Ya sé que eso puede preocuparle, pues en este país somos capaces de dejar de comprar los libros de un escritor o los discos de un músico por asuntos partidistas. Aquí somos muy "del Madrid o del Barsa" en esto de la política.
Sí me sorprende que, hoy día, quien no está afiliado ni expresa un apoyo expreso a un partido, como es su caso, tenga tan claras las cosas como para decir "soy de izquierdas" (ni lo contrario). Ud. y yo somos de la misma generación y hemos visto derivar las ideologías en manos de presidentes y partidos sin fundamento alguno, sólo argumentando una serie de eslóganes primitivos para convencer a incautos. Por ejemplo, ¿acaso dar subsidios es de izquierdas, como parece que ahora se afirma, por qué?, ¿es de izquierdas la guerra en Afganistán?, ¿será también de izquierdas tirar el dinero público?. Comprendo que afirmar que se es de izquierdas tiene que quedar bien en ámbitos intelectuales y que incluso abrirá puertas en los círculos mediáticos más influyentes, pero, creo, no deja de ser una pose... como ser del Atletic.
Otro punto que me llama la atención de su entrevista en El País es su preocupación por la educación. Soy profesor y entenderá que me interese este tema. Afirma que la enseñanza está desconectada de las profesiones actuales y me preguntaba a qué se refiere exactamente. Verá, se lo comento porque ahora hay una tendencia muy extendida a entender la educación como un mero aprendizaje de procesos productivos útiles para el desarrollo de una actividad económica; pero no se paran a considerar que educar es formar a un individuo, darle unas herramientas científicas y humanísticas que le permitan ampliar sus horizontes, comprender el mundo que le rodea, habilitar diferentes percepciones de la realidad... en suma, hacer una persona culta y, por lo tanto, social. Para eso hay que enseñar Historia, Literatura, Arte, Ciencias Naturales, Filosófía, Semántica, Lingüística,etc. y no quedarnos sólo en clases de idiomas o de ordenadores, reduciendo la educación a una formación profesional vacía de todo aquello que no sirva para aunmentar el PIB.
Reciba un cordial y afectuoso saludo de un lector habitual y convencido de sus libros (bueno...convencido de casi todos).

http://guionrevuelto.blogspot.com/

Silva, Lorenzo dijo...

Siento que ser de izquierdas es no estar de acuerdo con lo establecido para perpetuar el poder de los poderosos y la desposesión de los desposeídos.

A partir de ahí, en este mundo, y cuestión por cuestión, es difícil, como bien dice, traducirlo en siglas concretas. Incluso puede darse la paradoja de que, en un asunto particular, una etiqueta que gire como izquierdosa pretenda lo contrario de lo que he dicho y que otra, presuntamente diestra, lo procure.

Y en cuanto a la educación, lo que creo es precisamente que a nuestros chicos hay que dejar de instruirlos como autómatas programables para una función específica (a eso tiende nuestra educación actual) y darles un bagaje amplio, flexible y readaptable para un mundo en el que pueden tener que cambiar de profesión varias veces. Y a los mayores de 20 años, lamentablemente, re-instruirlos, porque la mayoría están troquelados en saberes que ya no interesan al mercado de trabajo, en el que para bien o mal están insertos (y hoy por hoy, como elementos repudiados).

Espero que esto aclare un poco lo dicho en una brevísima entrevista que además hice por teléfono mientras llegaba tarde a coger un avión. Determinados asuntos, darían para muchas páginas, pero nunca se tienen en los medios.

Abrazos.

Silva, Lorenzo dijo...

Ah, y le aseguro que no es una pose, y mucho menos utilitaria. Puede abrirme unas puertas, pero me cierra otras. Y no verá que me favorezcan mucho, precisamente, en esos medios que supone.

Lo de los medios en España y como ser independiente en ellos (algo de lo que sé un poco, he colaborado con todos, de izquierdas y derechas) es otra bonita historia que podemos dejar para otro día.

Pedro del Río dijo...

Aún a riesgo de parecer adulador, que no quiero, me ha gustado tu definición personal de lo que significa ser de izquierdas, que respeto aunque no comparto. La mía es otra, no sé si se puede mostrar como de derechas, aunque es la mía, que después de tantos años de experiencias, he acabado estilando: Mi compromiso de mantener ciertos valores,
como la equidad y la justicia, los que nos han convertido en lo que somos y que en estos tiempos
donde todo vale están tan olvidados.

Coincido con tu apreciación acerca de esa línea difusa que demarca lo que es de izquierdas o de derechas. Un caso es la Ley de Memoria Histórica. Creo que
es absolutamente justo que alguien reclame el derecho de encontrar a los suyos y darles el lugar de reposo digno que se merecen.

Quizá lo que más me ha preocupado al leer tu entrada no es que algún periodista haya tergiversado tus palabras para mostrarte partidario a cierto candidato, sino el hecho de que dudas si vas a votar o no.

Más que acampar en una plaza, que manifestarse o hacer pintadas, la mejor fuerza que tenemos los
ciudadanos de a pie es votar. No hay otra. Forma parte del sistema democrático. Conquistarlo costó a muchos persecución, sufrimiento y la vida. Es un derecho y un deber moral de todos nosotros. Quizá en pensar en los candidatos hagan perder las ganas y la ilusión, pero es esencial. Aunque sea en blanco. Si renunciamos al derecho
al voto, es que ya no creemos en la democracia.

Silva, Lorenzo dijo...

No renuncio al derecho al voto, Pedro, pero he llegado a pensar que una forma de ejercerlo es abandonándolo, cuando nadie lo merece. No pensaba así hace años, pero he llegado a creer que en coyunturas excepcionales puede ser una opción legítima.

Mi decisión, al final, acabó siendo otra que la abstención. Lo que tuvo un resultado curioso, por cierto, y darían para otro comentario las circunstancias que lo envolvieron y que al final lo determinaron, al margen de mi voluntad. Pero dejaremos el voto en secreto, así lo prefiero y es, además, mi derecho, con rango de fundamental.