Tampoco tiene nada que ver el título de esta entrada con la señora de la segunda foto, que, mientras su jefe explicaba lo que tenía que explicar (o vaya, lo que él creía que tenía que explicar), y según nos ha denunciado diligentemente su Twitter, hacía 5.390 puntos en el videojuego para iPhone Bubble Shooter. Un uso ministerial del invento de Jobs que no es por el que algunos pagamos los impuestos que le cubren cada mes la factura y le permiten empuñarlo. La opción A es ésa, que la ministra jugó, y permitió a Twitter (clicando "sí, acepto" con esa alarmante ingenuidad que uno no desea para sus ministros) que retransmitiera su puntaje. La opción B es que lo hizo uno de los que la asesoran y le llevan la cuenta. En ambos casos, preocupante, cuando menos.
En fin, el título de la entrada hace referencia a lo que revela esta otra entrada de un blog que, aunque ustedes no lo crean, creó y mantiene un niño de doce años. Álex, se llama. Lean la reseña que ha hecho de Niños feroces. No por la novela, sino por el juicio que exhibe el jovencísimo lector y precocísimo crítico. Es una felicidad comprobar que, a pesar de nuestros gobernantes, en España podemos llegar a producir niños así. Para eso están los genes que debe de llevar Álex, pero también habrán hecho algo sus maestros y sus padres. Y no sé para otros, pero para mí es una felicidad inmensa que haya niños como Álex y que encuentren eso, el camino del conocimiento y del juicio crítico, en lugar del borreguismo homicida y suicida de los niños que salen en la novela, u otros borreguismos menos trágicos pero también perniciosos que asedian a los jóvenes habitantes de este confuso siglo XXI.
Estamos rescatados, pero no pasa nada. Tenemos a Mariano y a Fátima, pero también tenemos a Álex. Y ellos, los de las fotos, los cuentos y el Bubble Shooter, pronto serán pasado, mientras que él, el lector, el que juzga críticamente y escribe, es el futuro. Hay con qué salir de aquí.
6 comentarios:
Fantástica entrada, Lorenzo, que nos hace reflexionar sobre muchos temas.
Prefiero no hablar demasiado de los políticos, esos personajes que nos mienten constantemente y se creen que somos tontos. Línea de crédito dicen. Vamos, como lo de los hilillos de plastilina. Si es que no se salva ni uno, es impresionante. Y ahora, a apechugar todos con el rescate que nunca existió.
Me quedo con la última parte del post. Estos detalles son los que nos hacen creer que no está todo perdido, por muy difíciles que se pongan las cosas. Ojalá existieran muchos niños como Álex, gente a la que hay que cuidar para que el futuro no se presente tan funesto.
Un abrazo.
Muy interesante la reflexión, Lorenzo, sobre todo muy bien argumentada.
La putada del asunto consiste en constatar que Alex, de momento, no nos va a ayudar a lidiar con esta panda de cuatreros insaciables que van a terminar por dejar esto como un solar. El pobre va a tener un trabajo ímprobo para cuando le toque tomar las riendas. Espero (y esto lo veo particularmente complicado) que tenga muchos amiguitos que se muevan en su mismo universo porque, si no, lo llevamos bien crudo.
Un saludo (y un saludo también para Alex, enhorabuena chaval, vas muy bien)
Muchos días me pregunto si tenemos el mundo que nos merecemos, si no estamos haciéndolo todo mal. No me veo capaz de cambiar la realidad, pero sí creo que tengo una tarea: educar a mis hijos para que no se conformen, para que no sean borregos, para que piensen.
Es lo que hago con Alex, yo soy su madre.
Encontrarte con un niño como este no es sencillo: a veces no tienes respuesta para todas las preguntas que se le ocurren. Sin embargo, he tratado siempre de ofrecerle las herramientas para que él mismo sea capaz de emitir sus propios juicios, para que sea capaz de responderse. Para esto, imprescindible, hay que leer. Para esto tiene que "ver" el mundo real. Me preguntan, a veces, por qué le dejo leer libros que no se corresponden con lo que en principio sería "normal" para su edad. La respuesta que encuentro es muy sencilla, lo único que podría pasar es que se convierta en una persona.
Con mayúsculas.
Besos
He leído con atención todo el post, y la situación de España es muy preocupante. Ante hechos como esos es una alegría encontrarse con niños como Alex, que es el niño de ahora y el adulto de mañana. El que recibirá la herencia que dejan hoy los malos políticos.
Desde aquí un saludo y felicitaciones para Mayte, su madre, la prueba de que con una buena educación familiar se pueden lograr buenas personas.
Saludos,
Blanca
Ojalá no nos lo amarguen, a Álex. De cualquier manera, le ha picado el bicho: no dejará de leer.
Ayer estuve con Alex. Y con su madre, Mayte, y con su padre, Alberto. Tienes razón, Lorenzo, lo lleva en los genes. Viendo y escuchando a gente como Alex, Mayte y Alberto, parece que uno está en otro planeta, en el que no existe la prima de riesgo, ni la deuda, ni el rescate, ni esos políticos y banqueros absurdos, ineptos e ineficaces a los que se les premia subiéndoles de cargo, como dijo alguien hace poco en un programa de radio.
Es un planeta de gente que piensa, que razona, que duda, que se emociona, que sufre, que trabaja.
Que vive, en definitiva.
Personas capaces de levantar un país, y que a pesar de los esfuerzos de borregos, arrivistas, corruptos, memos, imbéciles y vacíos de cualquier tipo de emoción que no esté relacionada con el dinero y el poder, van a conseguir levantarlo. Porque esa calidad humana es fuerte. Es la que se detecta en el fontanero que hace su trabajo a la perfección, en el mecánico, en el camionero, en el kioskero, en el panadero, en el cirujano o en el arquitecto. Somos un país de personas válidas, muy válidas, y Alex es el ejemplo y el resultado de eso, y nada, ni nadie, va a ser capaz de hacerle sombra a personas como él y sus padres.
Magnífica entrada, Lorenzo. Mi más sincera enhorabuena.
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