lunes, 13 de abril de 2009

Marrakech. El color.




Prometí dar cuenta de los últimos viajes. El de hace poco más de un mes fue a Marruecos, donde tuve ocasión de conocer el recientemente inaugurado centro del Instituto Cervantes y a su pequeño pero entusiasta equipo a las órdenes de mi vieja amiga Lola López Enamorado. Se van a comer la ciudad, como les dejen (y aunque no les dejen). Por mi parte, debo agradecerles una emocionante lectura con adolescentes marroquíes de uno de mis torpes relatos, Un ingeniero para Jalima. El que quiera comprender mejor en qué sentido fue emocionante, puede encontrar el relato aquí.

No voy a añadir a estas alturas muchas explicaciones sobre por qué me gusta Marruecos. le dediqué un libro entero, Del Rif al Yebala, ya lo cuento por extenso allí. Sólo daré una razón más: el color. Frente a un mundo que se vuelve cada vez más uniforme y gris, ellos conservan el color y la diversidad. La imagen que abre esta entrada creo que resume bien lo que digo.

Y la que la cierra me gusta sin más. El niño está en el palacio Badi, antaño esplendorosa residencia de un poderoso sultán y hoy una no menos magnífica ruina.



1 comentario:

Lena yau dijo...

Fantasticas tus fotos.

Dudo que tu relato sea torpe...

Yo acabo de venir de hablar en el Cervantes de China.

Como tú, quedé enamorada.

Saludos!