jueves, 6 de mayo de 2010

Solaris





Ayer, tratando de ordenar archivos del disco duro, me encontré un texto que se me había olvidado que escribí. Me lo pidieron de El Cultural, hace dos años, en el verano de 2008. Recordé de pronto dónde lo hice: en Mollina, donde a la sazón estaba encerrado durante una semana con una treintena de chavales, en un taller literario que fue toda una experiencia de aprendizaje para mí. Fueron días felices, por eso y por alguna otra cosa. El tiempo de escribir lo robé a la siesta, al sueño y a la escritura de El blog del inquisidor. Debí de hacerlo tan deprisa y sin pensar que pasó por mi mente casi sin dejar huella. Hoy, al releerlo, me ha parecido de otro. Por eso me ha podido parecer hermoso. Y por eso me permito colgarlo. Como recuerdo de Mollina, de aquellos chicos y chicas y de aquel verano azul, en el que por fin se disiparon algunas tinieblas.

“Solaris” de Stanislaw Lem - Una historia de amor

La historia trata de unos astronautas que viajan hacia un planeta para estudiarlo. Una vez en su órbita, empiezan a suceder cosas extrañas. Los astronautas reciben la visita de unas criaturas que los perturban profundamente, pero no por serles desconocidas, sino justamente por todo lo contrario. En el caso del protagonista, se trata de su joven esposa, muerta años atrás. No es un espectro: puede tocarla, besarla, hablar con ella. Y ella le responde, aunque parece un poco ida. No se trata, pese a lo que pueda parecer, de una historia de ciencia-ficción. O sí, pero los elementos de ficción científica resultan accesorios. Por encima de todo, Solaris es una de las más sobrecogedoras historias de amor jamás escritas. Y una de las que más hondamente reflexiona sobre ese misterioso mecanismo que nos lleva a poner aspectos cruciales de nuestra existencia en manos de otros, incluida nuestra misma ilusión de vivir. Es, también, una cruda alegoría sobre lo limitado del conocimiento humano. Los astronautas, que creen investigar el planeta Solaris, son en realidad las cobayas humanas con las que el planeta, dotado de inteligencia, está experimentando. Solaris se ha metido en sus sueños, sus añoranzas, sus miedos. Y los ha materializado a su lado para ponerlos a prueba. El protagonista acaba comprendiendo, desolado, que esa mujer a la que abraza no es su esposa. Y sin embargo, elige seguir creyéndolo. Y es que, viene a decirnos Lem, la fe es más necesaria que la verdad.


En fin, el texto habla del libro, pero también podría hablar de la película de Tarkovski, a la que corresponde el cartel de más arriba. La de George Clooney preferí no verla. Pido disculpas por mi prejuicio, pero honestamente no pensé que fuera a creérmela con él.

Abrazos.

4 comentarios:

Paco Gómez Escribano dijo...

Me acuerdo de la película, Lorenzo. Y pienso que tu crónica es bastante acertada, ya que, en realidad, es una historia de amor que habría tenido cabida en cualquier otro contexto. Un abrazo.

Ultima Frontera dijo...

Recuerdo que leí y vi por primera vez Solaris después de una visita tuya a nuestro colegio, en la que te pregunté cuál libro te hubiera gustado escribir, y tú respondiste "Solaris", fue una gran revelación.
Un abrazo.

Hutch dijo...

Este libro fue para mí una revelación: la inteligencia puesta al servicio de la narración, las digresiones científicas y sí, una desconcertante historia de amor. "Algún día, cuando Lem pudo llevarnos a Solaris". Saludos.

Microalgo dijo...

Hace ná me he acabado de leer "Magnitud Imaginaria", una de las gamberradas de Lem, del calibre de Ciberíada y sus mariachis.

Pero, incluso contando con Solaris, de este tipo recomiendo "El Invencible". Una pedazo de novela de Ciencia Ficción como ya no se hacen.

Me descubro un poco viejales, escribiendo estas expresiones ("como ya no se hacen"). En fin.

Un abrazo.