Lo que veis es una captura de pantalla de la web
epubgratis.me de esta misma mañana. Como atestigua, y podéis probar pinchando
este enlace, un ciudadano que se hace llamar Mezki ha copiado sin permiso algo que no es suyo y lo difunde desde 8 servidores a todo el que encuentre la página en Google, es decir, potencialmente a todo el mundo. También se jacta de su rapidez y se autotitula como monstruo.
Hasta el momento de la captura, apenas unas pocas horas después de colgar el epub, 1.000 personas habían visitado la página. No lo digo yo, lo dice el propio contador de epubgratis.me. Se ve en la foto.
Con esta misma web ya he tenido un par de intercambios.
Aquí y
aquí los veréis. En ella está colgado, con mi permiso y bendición, un voluminoso ebook que recoge un millar de páginas de escritos. Se llama
Zona desdinerizada y recoge todos los textos que ofrezco en mi web. No sólo nunca he protestado por ello, sino que lo he agradecido públicamente, y vuelvo a hacerlo.
Pero Mezki no pidió permiso.
Mezki, por sí y ante sí, se otorgó la autorización para hacer suyo, copiándolo y difundiéndolo urbi et orbi, lo que salió de la imaginación y el trabajo de otro. Para ser más exactos, de quince años de trabajo e imaginación de otro, porque ése es el tiempo que llevo trabajando en los personajes que protagonizan esa novela. Mezki, en suma, no es, o no sólo, un monstruo, como él mismo dice, sino un ladrón del esfuerzo ajeno.
Uno supone que Mezki (¿abreviatura de Mezkino quizá?) no recibió una educación que le enseñara a valorar eso, el esfuerzo ajeno. Tampoco le enseñaron a disponer sólo de lo suyo, y no de lo de otros. Seguramente ni le enseñaron lógica, porque a lo mejor hasta piensa que lo que ha hecho es una "copia privada" que autoriza la ley. Tan privada que este que escribe, que ni sabe quién Mezki es ni tiene el menor interés en saberlo, ha podido acceder a ella para comprobar que en efecto es su libro completo, y que para leerlo hay que ver siempre alguna publicidad (es decir, darle negocio a alguien que a lo mejor no es Mezki, pero seguro que tampoco es ningún indigente, sino una empresa que bien se lucra con toda esta circulación).
Pero en fin, dejemos a Mezki, que probablemente ya no tiene remedio. Es lo que pasa con la educación, o se recibe a tiempo, o ya es difícil subsanarlo.
La cuestión es qué se puede hacer. Veamos.
Calculando a bulto, y suponiendo que sólo un tercio de los visitantes hubieran descargado el libro, 300 ebooks descargados sin pagar y sin permiso (hasta el momento) suponen para el que suscribe un perjuicio de entre 200 y 300 euros que podría haber percibido por su trabajo (del que otros van a servirse, luego algo vale) si en lugar de haberse copiado clandestinamente se hubieran comprado. No es baladí recordar que este título puede adquirirse con pleno consentimiento de su autor por 5,99 euros en solitario o por 2,49 euros dentro de un pack de seis títulos, lo que no me parecen precisamente precios prohibitivos para quien esté interesado en un libro que puede proporcionar unas 20 horas de entretenimiento.
Aquí el autor tiene dos alternativas. Emprender una acción penal contra Mezki y el webmaster de epubsgratis.me. Pero, entre otros problemas, se encontrará con que el Código penal español castiga estas conductas sólo si hay ánimo de lucro, lo que los jueces tienden a interpretar restrictivamente (es una ley penal, in dubio pro reo), exigiendo que se pruebe un pago directo por la descarga que aquí no hay (aunque la presencia de publicidad en el proceso pruebe la rentabilidad de todo el cotarro, globalmente considerado).
Descartado lo anterior, siempre se puede emprender una acción civil por el perjuicio causado por la vulneración del derecho de propiedad intelectual. No es difícil que esa acción prospere (dudosamente es privada la copia, por lo que su ilegitimidad civil es manifiesta). Pero el proceso, entre instancia y recursos, llevará varios años, aparte de unas costas (abogado, procurador, etc.) que superarán con mucho los 300 euros y que cabe presumir que Mezki y sus cómplices nunca abonarán. Se declararán insolventes, por uno cualquiera de los muchos subterfugios que lo permiten ante los tribunales españoles. Quien litigó lo sabe.
En resumen, que el titular de propiedad intelectual está indefenso, y cuando lo plantea, se le dice que es que es imposible protegerle. Seguramente porque su propiedad no es de las que sí valen y sí se protegen, pase lo que pase y cueste lo que cueste. Nadie le dice a Emilio Botín que su propiedad no se puede proteger. (O a Alfredo Sáenz, a quien ha habido que protegerle algo más que su propiedad). Cuando alguien roba un banco, la policía le persigue. Aquí, pura y simplemente, no hay gobierno, ni policía, ni nada.
La selva en estado puro.
Habrá quien piense que Mezki es un bandido romántico, un Robin Hood, o un bandolero generoso de la mitología patria. Pero si ese héroe romántico existiera, no iría a robarle su trabajo a un trabajador que sólo vive de su esfuerzo. Iría por Botín, por ejemplo. Igual que los bandidos de Sierra Morena, dicho sea de paso, no solían robar al marqués (que siempre salía bien protegido), sino al agricultor que iba a vender al mercado el fruto de su sudor. Porque el héroe romántico no lo es tanto: mete mano donde no se la juega, donde se puede y es fácil. Y encima, embozado.
Parece que va a haber un nuevo gobierno pronto. Y alguien, ministro o secretario de estado, que tendrá que ocuparse de esto. Le desafío públicamente a que diga, a la mayor brevedad, qué piensa hacer con este asunto, si es que piensa hacer algo. Éste es el principal motivo de exponer aquí, pública y detalladamente, esta historia de Mezki que no es más que una de tantas.
Y un último desafío para Mezki, ladrón del esfuerzo ajeno. Yo aquí estoy, hablándole con mi cara y mi nombre. Si lo que hace es tan legal, tan legítimo, tan útil a la comunidad y tan benéfico, que no sea vergonzoso, que se muestre con orgullo y me conteste con su nombre y sus dos apellidos. Y que ponga su foto de ahora, no la de ese niño que tiene en su perfil, y cuya imagen, por respeto a la infancia, no voy a poner aquí.
Porque a ese niño, como ocurre con todos los niños, ninguna cuenta puede pedírsele, al angelito, del adulto en que se ha convertido.
Abrazos.
Postdata del 27/11. Un día después, el libro copiado sin permiso ya lleva 1.800 visitas. Los que hacen la página también han considerado oportuno comentar esta entrada. Yo no pretendo polemizar con ellos, así que si queréis leer lo que dicen,
lo tenéis aquí. Creo que el tono y talante de algunos comentarios, frente a alguien que es el perjudicado por su acción, y que no empezó esto ni mucho menos, hablan por sí solos. Aclaro que no me dirijo a epubgratis.me, o no preferentemente. Si sigo lo que hacen es porque me parece que es una página de descargas de las más profesionalizadas y porque en ella, junto a comportamientos que no puedo aprobar (y disipo las dudas de algún malévolo, no me bajo nada de lo que se cuelga con arreglo a ellos), también hay comportamientos éticos, que me permiten establecer una comparación y promover una reflexión que, como indica
José Luis Benavente en su blog Lector-e, es ante todo pedagógica, o más bien de análisis razonado de un fenómeno. Uno de esos comportamientos éticos es el de quien subió mi ebook Zona desdinerizada, cuyo nick es Adruki, y que aun teniendo el permiso concedido desde mi propia web, se me dirigió y lo obtuvo expresamente, tras someterme su trabajo. Eso es de chapó, y es también epubgratis.me. Mi entrada iba hacia el señor Mezki, que no hizo nada de eso, y al que ahora alguno de sus cofrades me impone el deber de ser yo quien le pida (¿por favor?, ¿en una instancia con póliza presentada dónde?) que retire el libro que nunca debió colgar. Perdonadme pero como se decía antes, pa mear y no echar gota.
Adruki o Mezki. That is the question.
Más abrazos.
Post-postdata del 27/11 por la tarde: Tras un debate interno entre los que hacen epubgratis.me,
han decidido, lo que les honra, retirar el libro, por lo que el enlace de arriba, que funcionó durante dos días, y usaron 2.000 personas, ha dejado de estar operativo. Lo ha retirado el propio Mezki, alentado por otros, y tras declarar que nunca me leyó avisa que nunca colgará ni leerá nada mío. Bueno, creo que podré seguir viviendo, como viví hasta ahora sin su lectura, y espero que tanto él como otros hayan entendido que hay cosas que no se deben hacer, aunque sean impunes, que era de lo que se trataba. Les reconozco (cosa que otros no tienen) la capacidad y la dignidad de rectificar, y me disculpo por si fui o soné innecesariamente acre. Simplemente traté de ser contundente y de llamar a las cosas por su nombre, por feo que resulte, que a veces nos perdemos en eufemismos. A ver si la próxima vez alguien piensa que no hay que esperar a que aquel a quien perjudicas te diga que le estás perjudicando para no perjudicarle, y mucho menos imponerle la carga de decírtelo, de tal o cual manera. Si lo he logrado, me daré por satisfecho.