sábado, 30 de abril de 2011

Insobornables





Dicen que ya no quedan. Discrepo: son pocos, pero los hay. Eso sí, a partir de hoy nos queda uno menos. Se ha muerto Ernesto Sabato, al filo de llegar a vivir el siglo.

Tuve el honor de estrechar una vez su mano e intercambiar unas palabras, no muchas, pero las suficientes. No quería añadir cansancio al mucho que ya traía de su última gira por España. Veinte años antes, cuando yo era un muchacho, le escribí un par de veces y me respondió puntualmente. Siempre siento su ejemplo cuando alguien me escribe, y por eso siempre me he afanado en contestar, aunque a veces, y sobre todo desde que se generalizó el uso de la red, el caudal de mensajes me desborde y no sea capaz de responder a todos. Pero sigo respondiendo cada día a tanta gente como puedo, y no he querido cerrar nunca mi buzón público, porque esa es la lección (una de ellas) que él me enseñó.

En una de aquellas cartas me dijo: "Escriba y escriba, es la única forma de salvación". En 1995, cuando publiqué mi primera novela, Noviembre sin violetas, utilicé la frase en la contra. Le pedí permiso, me lo concedió, y cuando le hice llegar un ejemplar con mi agradecimiento, me envió esta carta que no puedo dejar de reproducir, para que se vea quién era este hombre:




Allá por el año 2001, me pidieron que prologara Sobre héroes y tumbas.




Pocas veces se me ha concedido un honor semejante. Hice lo que pude.

Hasta pronto, maestro. Nos vemos en tus libros, y en la resistencia, siempre.


7 comentarios:

María dijo...

Precioso, Lorenzo...
Me habéis hecho llorar los dos.

Alfonso Martin Erro dijo...

Que gran autor y qué gran persona.

Nos quedan sus libros, para consolarnos

Mireya dijo...

Pudo encargar que se la escribieran y quiso escribirte él mismo, casi ciego, esa nota. Qué valioso y entrañable gesto. Así debió ser él y así eres tú, pero ahora sabemos por qué.

Unknown dijo...

Un día triste para la literatura, y desde Buenos Aires, te agradezco por este hermoso recuerdo.

María Victoria.

Atticus dijo...

Me revolví en el sillón cuando los telediarios dedicaron treinta segundos a infoirnar de la muerte de este grandísimo. Y después, toneladas de basura.

Gracias por esta entrada, Lorenzo. Lo que cuentas es lo que uno esperaba en quien ha escrito esos libros.

Algunos dicen que cada uno tiene lo que merece. No es cierto: la vida trató muy mal a Sabato, y él nos regaló unas páginas (demasiado pocas), una integridad personal y una vida que le hacían merecedor de una dicha que probablemente no tuvo. Quien no lo conozca, que lea su libro de memorias "Antes del fin".

Releo "Heterodoxia" y encuentro esta frase: "Un buen escritor expresa grandes cosas con pequeñas palabras; a la inversa del mal escritor, que dice cosas insignificantes con palabras grandiosas" (ed. Aliana, p. 122).

Adiós, maestro Sabato. Gracias.

olga dijo...

Gracias,Lorenzo por este emotivo y entrañable homenaje al último de los maestros

el chico de la consuelo dijo...

"vivir consiste en construir futuros recuerdos"...
y quizá escrbir consista en construir futuros recuerdos a los demás...
sabato al menos, construyó los mios, cuando en medio del tunel, de mi tunel, escribio la carta de Maria...hoy me envulelve una suerte de melancolia y desesperanza al retraerlos desde tu post...muchas gracias Lorenzo.